Es curioso como la memoria juega contigo. Uno
de aquellos flashes que te vienen a veces a la cabeza, una de aquellas
sensaciones que corren por tu mente muy de tanto en tanto y que
no sabes muy bien de dónde salen, una imagen concreta y bien
definida pero que cuesta de situar en el tiempo
todo esto
y más es lo que me evoca El León, la bruja
y el armario. Pero no estoy hablando de la novela de C.S. Lewis que
intentaré reseñar en estas líneas si no de
la pelicula, y no de la última, estrenada hace pocas semanas
en las pantallas de medio mundo (la cual vale la pena ver también,
ni que sea para poder contemplar un castor vestido con cota de mallas),
si no de la primera versión de esta, en dibujos animados,
de mediados de los años 80 (creo). Aquella por película,
junto con la lectura de El Hobbit algo más tarde, fue uno de mis primeros encuentros con la
fantasía
y siempre más me ha acompañado
sin saberlo, sólo despertando en mi memoria en alguna conversación
melancólica con viejos amigos.
Soy un melancólico nato, miro a menudo
al pasado y poco al futuro y cuando vi el trailer cinematográfico
de El León, la bruja y el armario bajo el nombre de
Crónicas de Narnia pensé simplemente: "Parece
espectacular", pero cuando leí el subtítulo: El León, la bruja y el armario todas estas sensaciones
y melancolías varias despertaron de golpe como por arte de
magia. Con todo esto quiero remarcar que estas palabras despiertan
todavía ahora en mí algo semejante a una escalofrío
y una emoción porque recuerdo que la película me gustó
mucho, aun cuando pasaban cosas terribles.
Los tiempos han cambiado y ahora por fin me
he leído el libro. Este fue el primero que escribió
Lewis dedicado a las crónicas de Narnia, aun cuando cronológicamente
está situado tras El sobrino
del mago. Las aventuras esta vez rodean a cuatro hermanos que
han debido marcharse a vivir al campo inglés para huir de
la Segunda Guerra Mundial. Allí encontrarán una puerta
mágica que los trasladará al mágico mundo de
Narnia donde parece que ya los esperen para ayudar a combatir la
terrible bruja blanca. Por el camino conocerán todo tipo
de animales que los irán ayudando en sus tareas, pero también
habrán de convivir con la traición y con el sacrificio
de estos (para mí el mejor momento del libro y también
de las películas
ahora ya se porqué me venía
aquel ligero escalofrío cuando pensaba en la versión
de dibujos animados).
Lewis resalta los valores que cree deberian
tener los niños (al menos entonces): Amistad, sacrificio,
ayuda, valor
pero lo hace de una manera poco sutil, muy dirigida
a parecer una doctrina aleccionadora, por cierto de cariz bastante
machista. El autor plantea la novela con un estilo todavía
más conservador que en El
sobrino del mago. Tampoco me ha gustado la aparición
estelar y algo absurda de Papa Noel que sinceramente creo que el
autor se la podía haber ahorrado. Obviamente pero, el talento
y la imaginación por describirnos las aventuras en Narnia
se palpan en las páginas del libro, pero este marcado tono
infantil me inquieta. Pero se claro, la novela va más dirigida
al Eloi de hace 25 años que al actual.
En fin, con El León, la bruja
y el armario, continuaremos disfrutando (sobre todo los más
pequeños) de una buena combinación de aventura y fantasía.
Perfectamente legible en una tarde de aburrimiento ni que sea para
despertar los viejos recuerdos que tenemos escondidos en la cabeza
y para recordarnos lo que nos asustaba o emocionaba cuando eramos
(un poco) más jóvenes.
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